Responsable del área: Adrián Royffer
El plan más eficaz para el desarrollo integral de nuestra Nación es el conocimiento, y el desarrollo científico y tecnológico es uno de los factores más influyentes sobre la sociedad contemporánea en todos sus ámbitos, siendo los países que más han crecido en las últimas décadas, aquellos que han implementado estrategias que priorizaron el desarrollo científico y tecnológico. La vida del ciudadano común está notablemente influida por los avances tecnocientíficos.
La investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) requieren mejoras significativas en productividad y condiciones para el desarrollo sostenible a largo plazo.
Se deben desarrollar capacidades tecnológicas propias, que permitan ganar en poder decisión, y para ello se requiere asignar y priorizar recursos para su desarrollo (superando las limitaciones económicas actuales y futuras), que terminará redituando en el ahorro de divisas, en trabajo a científicos y técnicos locales, en promover la formación en ciencia de las nuevas generaciones y en fomentar nuevos emprendimientos competitivos en áreas de tecnologías de avanzada, impulsando la cadena que les permite, en lo sucesivo, competir internacionalmente.
Es una responsabilidad colectiva, y necesitamos del compromiso social, convirtiendo en prioridad de Estado la inversión sostenible en educación, ciencia y tecnología, y así encaminarnos definitivamente hacia la revolución del conocimiento, que a su vez nos conducirá a una Nación con más oportunidades y menos desigualdad.
La formación, capacitación profesional y el desarrollo de nuevas metodologías de trabajo con una dinámica diferente, resultarán primordiales para poder afrontar los cambios que se están produciendo con el vertiginoso auge de los constantes y crecientes avances tecnológicos ocurridos en los últimos tiempos en todo el mundo.
El acompañamiento y la adaptación a la Revolución 4.0, requiere de una nueva redefinición de las empresas como vanguardista con las innovaciones tecnológicas y el mercado laboral, con un compacto trabajo en equipo, y responsabilidad de la organización, que se encamine a lograr una cultura organizacional sólida de trabajo por objetivos y resultados que mejoren la productividad, la eficacia de la empresa y mida la efectividad. Estos deberán ser los pilares de un programa de crecimiento con inclusión laboral y social.